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Buscando respuestas a preguntas incorrectas.

El amor no se reproduce sin sentido alguno.

Buscando respuestas

Dentro de mis gustos siempre ha estado salir sin saber cuando he de volver. Lastimosamente esta vez no es un gusto, lastimosamente esta vez no pretendo volver. Solamente pretendo poder ser albergado por las murallas y laberintos de esta hermosa ciudad mientras logra sanar mi corazón. En ese paso me lo encontré, al cruzar las torres de Serrano, muchos lo llamarían casualidad, pero yo no creo en las casualidades, las cosas pasan por algo... siempre. Una sonrisa bastó para entenderlo todo. Él, al igual que yo, era un hombre en busca de nuevos horizontes, nuestro problema podría ser que no sabemos con certeza a dónde queremos llegar, bueno eso fue lo que pude ver en su mirada.

Un instante fue suficiente para que nos pusiéramos en marcha, cada pedaleada me acercaba a un nuevo horizonte, el que había encontrado en Valencia, ciudad renovadora, que no te absorbe, sino que deja que cada uno de sus habitantes la absorba a ella y en la que podemos, así como en la vida, experimentar muchos contrastes.

Nuestro destino apareció, mi estado físico ya no aguantaba los mismos trotes de antes, me compré una botella de agua y miré el lago. Mi mirada se enfocó en unas hojas que habían en éste, subí la mirada y me ví sentado al otro extremo del lago junto a Victoria, acariciándole la cabeza, mi respiración se aceleró y tuve que voltear la mirada. Volví a otra banca en la que me encontraba de nuevo, pero esta vez me estaba besando con Susana. De inmediato regrese de ese trance en el que me encontraba, mire la hoja y se encontraba sumergida en el agua. Jamás había interpretado una señal de la vida, pero esta señal fue tan clara que solté una carcajada; Gabriel no comprendió muy bien la risa y le aclaré que mis inclinaciones eran heterosexuales e inmediatamente no reímos juntos, después me dijo exactamente lo mismo respecto a sus inclinaciones y me preguntó -¿Qué te trae por Valencia?-

No le conté mucho, lo necesario. Lo cierto fue que este desconocido me generó una confianza espontánea. Nos volvimos muy bueno amigos y durante mucho tiempo nos escribimos cartas constantemente y en cada una él me preguntaba si por fin había encontrado las respuestas.

Mucho tiempo pasó, Omar hizo miles de entevistas, sólo consiguió trabajos temporales . Él quería ejercer su profesión, pero como diseñador en Valencia se había muerto de hambre. Una noche sentado en una banca, Omar nisiquiera supo en que lugar se encontraba, pasó una niña corriendo y gritando —¡auxilio, auxilio, me van a matar!— Omar sólo la vio pasar, pero en su mente se quedó una imagen del perfil de la niña. Omar salió detrás de la niña, la alcanzó y le preguntó quién le quería hacer daño. La pequeña de unos 7 años más o menos, estaba demasiado alterada y lo único que le dijo a Omar fue que la llevara a la fundación de Marta. Omar accedió, no tenía nada más que hacer esa noche. Llegaron a la fundación "siguiendo una luz". Omar conoció a Marta, una mujer completamente hermosa, cautivadora desde el primer momento en que la observan. Omar le entregó a la niña, quedó muy cautivado con ella y su trabajo con niños desamparados. Omar le pidió el favor a Marta de dejarlo quedar ahí a cambió de su trabajo en la fundación, le argumento que le gustaba mucho el trabajo social y aún más si era con niños, le confesó que uno de sus sueños frustados era tener un hijo.

Omar camina lentamente por una calle de Valencia, se encuentra de compras y observa detenidamente un cartel del festival de cine de Valencia en un teatro muy importante de la ciudad. En él ve dos películas Colombianas, una de ellas se llama "Buscando respuestas". Este nombre se le hace muy curioso encontrarlo porque sus preguntas ya las había dejado atrás, pero cuando observa el nombre del director de la película es Ismael Gómez, se pregunta sí en la vida puede haber tanta casualidad. Al voltear, Omar pudo ver a Ismael junto a Victoria cogidos de la mano y hablando con muchos personajes vestidos de smoking.

Una niña le jala la chaqueta y le dice —papi, me regalas para comprar dulces— él afirma, saca cinco euros y se los da a la niña. Ella compra sus dulces, agarra a su papá de la mano y siguen caminando por la calle. Después llegan a un consultorio de donde sale una mujer completamente deslumbrante, esbelta, ojos azules, labios rojo manzana y le dice a Omar:

— Oye que bueno que llegaste —

— ¡Ana, que alegría verte chiquita! — le dice a su hija.

— ¿Sabias que estábamos en festival de cine? — le pregunta Omar.

— No tenía idea —le responde Marta.

— Sabes qué, te invito a una película —

Omar se encuentra en el mismo lago de los cisnes en donde conoció a Gabriel, sentado en una banca, al lado de una bicicleta. Sentado le escribe una carta a Gabriel en donde le dice que nunca encontró las respuestas, pero que a medida que pudo rehacer su vida surgieron otras preguntas que sí pudo resolver y que lo único que sabe con certeza es que en su nueva vida no quiere que la tristeza sea la protagonista. Termina la carta, arranca la hoja de ese cuaderno y se queda con la carta en la mano derecha, con la otra mano arroja el cuaderno de las vistas a una caneca de básura. Se marcha del lago pedaleando hacia un nuevo horizonte.

El plano se va alejando y nos damos cuenta que hacía parte del final de una película. Todos en el teatro se paran y aplauden estrepitosamente.

La ninfómana, la mujer... Roberto

Me levanto, pasé una noche terrible. No me pude acostar antes de ir un rato a mirar la calle, pero me encontré con algo que es muy recurrente, la vecina loca, esa mujer es bastante desaforada, personas como ella es que deberían estar en los sanatorios. Se acuesta con hombres a diestra y siniestra, le encanta que lo vecinos puedan darse cuenta de lo que ella hace y eso me produce fastidio, una repugnancia enorme, tanto así que no fui capaz de descansar anoche. Hoy es un día nuevo, pero no puedo evitar ir a mirar, a mirar la calle, a mirar de nuevo; a buscar a esa mujer que me deslumbró. Ahí está otra vez, se para frente las paredes y se queda mirando como si ella conociera, pero no se ubicara en el sector. No me aguanté más las ganas de saber quién es, bajé e intenté conocerla.


-Disculpa ¿Estas perdida cierto?
-¿Perdón? A usted que le hace creer que yo no soy de acá.
-No es eso, lo que pasa es que estuve un rato parado por allá y pude ver que miras y miras el lugar como buscando algo; pero no tienes ninguna dirección ni le preguntas nada a nadie.
-Ah! ¿ se nota mucho?
-Emm no mucho, digamos, para una persona poco observadora pero bueno normalmente me gusta mucho fijarme en las actitudes de personas desconocidas.
-Eso parece un comportamiento un poco psicótico, ¿no le parece?
-A mi no me parece.
-Pues a mí sí y en un país como el nuestro en el que hay tanto loco por ahí, usted no debería tener ese tipo de comportamientos.
-¿Por qué?
-Que tal que lo mataran por estarse metiendo en la vida de alguien... delincuente, como un narcotraficante o un asesino.
-Estaría dispuesto a correr ese riesgo. Yo creo que todos tenemos algo de psicóticos en el interior, sólo que algunos pocos pueden explotarlo en su exterior físico.
-Señor, algún día habrá de tener un problema bien serio. Agradezca que yo soy una persona pasiva, sino ya le hubiera armado un escándalo el tenaz.
-Disculpe por la molestia señorita, ¿le puedo decir señorita?
-Como quiera.
-Solamente me causaba cierta curiosidad saber por qué se encontraba usted tan desubicada, no era mi intención incomodarla, por favor me puede decir Omar. Gusto en conocerla.
-¡Espere! ... ¡Oiga Omar!
-¿Dígame señorita?...
-Victoria, ese es mi nombre creo, en estos momentos ya ni sé de que me acuerdo y que no.
-Me gustaría ayudarla, pero creo que usted no confía en mí.
-No es que no confíe, slo que no me acuerdo donde queda mi apartamento y me da miedo que alguien se quiera aprovechar de mí.
-Pues usted debería tener un poco más de cuidado, en un país como este en el que hay tanto loco por ahí.
-Jajaja me puede ayudar ¿si o no?
-Claro que la puedo ayudar, pero ¿no hay algo que se le parezca familiar en el lugar? no sé... paredes, personajes, sitios, tiendas o algo así.
-No estoy segura, ese letrero del edificio que dice Altos del Prado me parece haberlo visto antes.
-Pues en ese edificio vivo yo, si quiere podemos ir a mi apartamento e intentamos mirar desde otra perspectiva a ver si usted se acuerda de algo más.
-¿A su apartamento? ¿No cree que este comportamiento ya está pasando de psicótico a seductor?
-No me parece, simplemente soy un humilde hombre que intenta ayudar a una persona que necesita de mi ayuda; ahora, si quiere preguntamos a todos los habitantes del barrio a ver si la conocen, pero lo único que podríamos hacer es perder el tiempo.
-Bueno, la verdad es que si parece un tanto humilde, pero aún así es mejor no dejarse fiar por las apariencias. Aunque su propuesta es bastante interesante, me da miedo que después usted me deje encerrada en su apartamento.
-Yo no haría eso, a menos de que usted quisiera.
-No quiero, sólo quiero estar en mi cuarto, estoy muy cansada y siento que mis piernas en cualquier momento van a dejar de responderme.
-Vamos y le ofrezco algo de tomar mientras sentada observa el sector e intenta ubicar su apartamento.
-Bueno está bien acepto su ayuda Omar.



-¡Hola Victoria! ¿Dónde te habías metido?
-Ismael, que bueno que apareces, estaba perdida y no sabía que hacer.
-¿Estas bien? ¡Este mansito te estaba robando!
-¡No! solamente estaba intentando ayudarme a encontrar mi apartamento pero digamos que no tuvo suerte.
-Ah ya, tranquila preciosa que ya todo está bien. ¿Vamos para el apartamento?
-Si, por favor vámonos ¡ya!
-Que este bien señor...
-Omar.
-Señor Omar, muchas gracias.

A partir de ese momento empezó a conocerse con ella, sin saber que era la misma que, según él, se acostaba con cuanto hombre se le apareciera. Omar se enamoró muy rápido de esta mujer, sin saber si ella le correspondía o no y ese es un precio que él no estaba dispuesto a pagar, no otra vez. La conoció bien, supo que estudiaba cine y televisión, que no le gustaba apagar las luces de su apartamento, que vivía en los edificios de frente al suyo y que estaba trabajando en el guión de un cortometraje. Omar le cuenta muchas cosas de su pasado, le cuenta todo lo trágico que ha pasado en su vida, le confiesa que lo único que busca son respuestas; creyendo que tal vez en ella las encuentre. Ella al principio lució muy interesada por su historia y Omar desconociendo sus intenciones se reveló frente a ella pero no le importaba porque llegó a pensar que podía rehacer una vida junto a Victoria.

Sí, yo creí que el amor era el límite de mi vida, creí que no había nada más allá... hasta que perdí el amor, el amor no se reproduce sin sentido alguno, solamente si se quiere realmente puede evolucionar hasta lugares totalmente insospechados pero no hay nada más catastrófico que la vida misma te quite al amor y que por ende se pierda el amor por vivir.

¡Listo, eso es lo que siempre me dice ese mansito!- le pronunció Victoria a Ismael.

Ismael puso un punto final en su archivo de word, lo salvó y apagó su computador. Después de tener asegurado el final de su historia, Ismael se encargó de seducir a Victoria, le cocino un plato exótico y se la llevó a la cama. Ismael empezó a quitarle la ropa paulatinamente mientras ella lo dejaba vestido a él. Cuando empezaron a tener sexo Ismael apagó la luz pero Victoria prefirió hacer el amor con la luz prendida.

Por otro lado, Omar se encontraba en el edificio del frente observando todo, sintió un afán desesperante por la cochinada que hacía su vecina cada día con alguien distinto y le provocó estar en el lugar de alguno de esos tipos con los que su vecina, según él, se encontraba cada día.

El documento en word sin terminar había sido el martirio de Victoria e Ismael por mucho tiempo. Victoria es de esas personas que dejan todo para lo último, que no son para nada pretenciosas y simples. Por su parte, Ismael es un tipo muy comprometido, que le gusta escribir, tiene la facultad de hacer cosas que impactan a sus espectadores, sin embargo ha cometido un error muy grande, se enamoró de Victoria. Ella, por su parte, presiente que a él se le cae la quijada cada vez que la mira a los ojos y lo utiliza para poder terminar el guión. Ismael pretende impactar con el guión de un asesino justiciero a un productor extranjero quiere apoyarlo y ella quiere ser reconocida por escribirlo junto a él aunque realmente ha hecho muy poco.

Al momento de conocer un poco a Omar, Victoria se da cuenta que el perfil de Omar es bastante peculiar, hasta llega a pensar que puede ser un perfil perfecto de asesino justiciero. Por ello, decide entrometerse en su vida y conocerlo más a fondo; le cuenta todo sobre Omar a Ismael. Los dos cuadran toda su ficción para que el perfil de Omar encaje en el de su personaje, Roberto.

Por su parte, Omar siente que se está enamorando de Victoria pero no deja de sentir celos de Ismael, aunque sólo es un artificio de su imaginación que lo lleva a creer que Victoria está enamorada de él, pero realmente no es así. Finalmente, Omar se da cuenta de todo. Un día en que por accidente se queda con las llaves de Victoria, él va a la casa de ella y en el comedor encuentra el guión y una hoja llena de características de un personaje y encabezando esa hoja dice "Roberto = Omar". De la rabia que siente en esos momentos sale por el balcón y mira hacia su casa, de repente, se da cuenta que es la misma perspectiva de la ninfómana. Omar le deja una carta a Victoria, se marcha. Empaca una maleta , entra a la cocina se toma un último café , se lleva los fósforos y se va de la casa de Carlos.

Victoria

Yo creí que el amor era el límite de mí vida, creí que no había nada más allá... hasta que perdí el amor, el amor no se reproduce sin sentido alguno, solamente si se quiere realmente puede evolucionar hasta lugares totalmente insospechados pero no hay nada más catastrófico que la vida misma te quite al amor y que por ende se pierda el amor por vivir. En ti, Victoria creí que había encontrado otra vez el amor, creí que podía volver a creer en la vida pero no todo es tan sencillo, no todo es como en los cuentos, no todo tiene un final feliz, no todo en la vida termina con una sonrisa, no todo puede tener un buen sabor mientras hay tanta mierda por ahí en la calle, no todas las personas logran tener un final feliz y menos si esa persona se encarga de alejar a las que él más quiere. Hasta que uno no se da cuenta en qué se equivoca no puede vivir en paz, pero cuando ya es demasiado tarde... ahí no sé si eso se puede llamar vida. Adiós.

Omar


Obsesión

La alegría puede durar lo que se demora un fósforo en consumirse si se compara con la duración de la vida, los momentos trágicos perduran en nuestro inconsciente a través del tiempo y algunas veces esos momentos se pueden convertir en alegrías, pero... no podemos olvidar que siempre han sido trágicos.

Acabo de abrir los ojos y siento algo que hace rato no sentía, los vidrios de mi cuarto están totalmente empañados, la noche anterior estuvo envuelta de agua y el torrente no paró hasta que me levanté, es como si la naturaleza se confabulara para ayudarme a seguir mirando.

Me paro mientras mi cama hace unos chirridos que parecen de película de terror. Después de ir al baño, cepillarme, orinar, mirarme la cara por unos cuantos minutos y afeitarme; me voy para la cocina en donde preparo café, abro un gabinete en el que hay una caja de fósforos y un paquete de cigarrillos, enciendo uno, me sirvo una taza de café. Me pongo encima una cobija de lana porque al abrir el ventanal se siente un frío espantoso, pero es preferible hacerlo porque si no abro la ventana es como si no viera nada. De repente puedo observar como el sol va saliendo de esas nubes opacas que atormentaron la noche y es instantáneo el momento en que la gente comienza a andar en las calles de la ciudad, pasan aproximadamente entre un mínuto a un mínuto y medio en que las personas empiezan a salir de sus casas para irse a trabajar. Ricardo es el primero que sale, siempre a las 8:30, pero si está lloviendo espera media hora a que escampe y si no pasa, se va en taxi; La señora Elena saca a su perro casi siempre dos minutos después en que Ricardo se ha montado al bus; Don Nelson, el de la tienda, se demora una hora más en abrir cuando llueve, porque sabe que es una pérdida de tiempo abrir tan temprano si nadie va a salir de su casa; Ester, la anciana más atlética que conozco, se pone siempre una sudadera color pastel y sus tenis blancos para salir a trotar algunas veces con un grupo de la tercera edad, otras veces sola, pero siempre procura salir todos los días en la mañana menos los jueves, el día en que su nieto tiene libre en el trabajo y deja que su abuela lo consienta y le prepare comida.

Muchas de las personas que transitan por esta calle son totalmente desconocidas, pero hoy acabo de ver una mujer que no había visto nunca rondar por el barrio, me causó mucha curiosidad saber más de ella, así que dejé mi rutina normal y agarré mi cuaderno de las vistas en el que tengo un seguimiento de las personas que me llaman mucho la atención, no han sido muchas y algunas ya no existen, pero definitivamente esta mujer iba a ser una de las más importantes entre las líneas de mi escrito. La observé fijamente por unos cuantos minutos, su comportamiento fue bastante extraño, se le notaba que no era de una persona comun, de hecho no supe en ningún momento que era lo que estaba haciendo. Miré el reloj y me di cuenta que ya iban a ser las 11 am, así que por términos del horario y mi agenda me tocó abandonar, llevé el cuaderno a mi cuarto y lo guarde dentro de una gaveta de mi mesa de noche debajo de la foto de mi hija. Antes de irme me despido de ella como suelo hacerlo todas las mañanas y le dejo una lista de reproducción en el computador con su música favorita para que no se sienta sola. Saco un calmante, me lo tomo con un vaso de agua que está en la mesa de noche desde varios días. Dejo la taza en el lavaplatos y me voy.


La locura es una enfermedad que no se puede curar

El encierro era desesperante para Omar. Él, se sentía capaz de aguantarse muchas cosas, pero no podía aguantar estar entre cuatro paredes. La rutina lo aburría, las drogas lo embrutecían, la soledad lo acechaba, golpeaba las paredes, sus gritos, dibujaba ese extraño símbolo en la pared, una y otra vez, uno encima de otro; en un principio su agresividad se volvía recurrente y cada vez en esa soledad no hacía nada más que pensar en su hija, en el pasado, en su presente, pero nunca en su futuro.

Nunca se atrevió a pensar en cómo seguir viviendo con la ausencia del amor. Lo único que llegaba al sanatorio era la luz del día, de la noche. Tres barrotes eran lo que le impedía tener libertad, esos barrotes, al mismo tiempo, eran la única salida que Omar podía tener en ese lugar. Mirar, mirar y mirar fue la salida más temprana que encontró. Pronto se le convirtió en una obsesión, todos los días se posaba frente sus tres barrotes, muy queridos, miraba hasta que el tiempo se lo dejara.

Veía niños, madres, hombres, jóvenes, ancianos, veía Mónicas, Susanas, Omares, veía sus sueños pasar y quedarse encerrados en cuatro paredes. Diez meses pasaron, pero fueron como diez años, como diez años en los que sólo había tenido espacio para hablar con su cerebro, para preguntarle a "Dios" por qué se le había transformado la vida de esa manera. Ilógicamente nunca obtuvo respuesta alguna. Así que Omar decidió que su vida no dependía más de las respuestas que le dieran, sino de las que él encontrara. Mejoró mucho su actitud, se tranquilizó y los psiquiatras diagnosticaron una recuperación acelerada. Lo dejaron salir para que pudiera vivir de nuevo su vida normal. Volvió a la casa de su madre pero no encontró ni rastros de lo que había sido ella, a veces, pensó Omar, le cambiaron a su madre y él ni se dio cuenta. Lo poco de dulce y comprensiva que era la mamá se cambió por una psicosis absurda, inicios de alzhéimer. Unos cuantos días y Omar ya estaba jarto de estar allí. Pero era viernes, uno de los días que más le gustaba. No aguantó más los insultos, maltratos e incongruencias de su madre, agarró sus llaves, se puso un saco y se fue para el septimazo.

Entró en un bar de Jazz llamado "Voodoo". Se tomaba una cerveza en la barra cuando una palma golpeó su hombro y se dio cuenta que eran sus viejos amigos de la universidad. Ellos tenían una banda de Jazz, pero el baterista les había quedado mal así que le pasaron una partitura rítmica a Omar y le preguntaron si se acordaba de tocar como lo hacía en la universidad. Omar les ayudó, al fin del toque se quedaron tomándose unas cervezas, contándose sus vidas, Omar omitió muchos elementos de su pasado y lo único que dijo fue que estaba buscando donde vivir. Ellos le ofrecieron su apartamento ya que había un cuarto vacío pero Omar no tenía con qué pagarles, así que ellos le ofrecieron que fuera el nuevo baterista y con lo poco que ganara en la banda podía pagar. Omar se fue al poco tiempo y dejó a su madre para poder encontrar las respuestas que estaba buscando para él.

En alta mar... Detrás de la alegría está la tristeza

La vida puede girar en torno al dinero, la vida puede girar en torno al deseo, la vida puede girar en torno a pasiones, la vida puede girar en torno a muchas características que tiene la vida misma que nos llevan a sentir que servimos para algo, que nos hacen pensar que no fue en vano que viniéramos a este mundo y lo que hacemos, por pequeño que parezca, tiene un sentido. Pero realmente lo que nos hace sentir vivos, lo que nos lleva a despertarnos en la mañana con buena energía y sonreír es el amor. El amor es una especie de motor que no tiene frenos. El amor por una pasión nos lleva a querer ser alguien, conseguir dinero y apasionarse por seguir viviendo. El amor puede estar en las cosas más simples de la vida o en las más grandiosas.

Sí, yo creí que el amor era el límite de mi vida, creí que no había nada más allá... hasta que perdí el amor, el amor no se reproduce sin sentido alguno, solamente si se quiere realmente puede evolucionar hasta lugares totalmente insospechados, pero no hay nada más catastrófico que la vida misma te quite al amor y que por ende se pierda el amor por vivir. Lo que no sabía hasta ahora, es que en Europa entendería que primero debo amarme a mí para poder amar a los demás.

Europa es un continente muy duro de vivir, sobre todo cuando venimos de un sector tercermundista. Aquí he comido más mierda de lo que alcancé a comer en Bogotá. Nunca creí que fuera tan difícil escapar, escaparme del pasado acechante, de los pensamientos, del odio, de la tristeza y aún más... de la soledad. Pensaba que era más fácil huir de mi realidad, pero ahora sé que no es así. Sé que en la vida cada escalón es más difícil de subir que el anterior.

En España, quiero encontrar la ventana que no he podido encontrar en otros lugares. El idioma me hizo buscar un nuevo horizonte, por lo menos con las personas que me pudiera comunicar y entender bien. He salido del puerto de Génova, Italia, rumbo a Valencia, una ciudad sobre la que he oido hablar muy bien, una ciudad en la que espero hechar raíces de una vez por todas. 

No sé si es el agua, no sé si es el movimiento de la estructura por la marea, pero siento como si mi cabeza fuera una casetera y mis pensamientos las cintas que contienen la historia de "Omar el desgraciado", la marea hace devolver más este cassette. Parado en la proa,  saco un cigarro pero no encuentro el bricket, entro al cuarto y rebuscar los fósforos que había guardado en la maleta es mi única solución, los fósforos que había sacado del apartamento de Carlos.

Dentro de la caja sólo quedaban tres fósforos, Omar prende uno de esos, sale del cuarto hacia la proa, abre la puerta. En el mismo instante en el que abre la puerta Omar empieza a recordar.

Por fuera de la casa, Omar acabó su cigarrillo, lo pisó y abrió la puerta. Mientras tranto su familia rezaba por la reaparición de Mónica, fue el detonate entre él y Susana porque a pesar que había prometido que no volvería a fumar, lo estaba haciendo y dicha situación le producía malestar a ella.

Las denuncias se hicieron efectivas en la estación de policía, prensa, inclusive en radio, por todos los medios posibles. Omar y Susana se encontraban desconcertados. Mónica era como una luz en sus vidas y lo único que predominaba con su ausencia era la tristeza, la soledad, el desconsuelo... la oscuridad. Lo extraño era que a pesar de ser un secuestro, los delincuentes no aparecían, ni hacían llamadas, ni se sabía el paradero de la menor. Cada vez se hacía más angustiante la espera; la desesperación podía terminar con sólo un mensaje, las oraciones eran inútiles, la familia de Susana rezaba el rosario a las nueve de la mañana todos los días. Omar siempre había creído que Dios sólo es una artimaña del hombre para controlar a los débiles de pensamiento. Su mirada se quedó pasmada en la imagen de sus suegros rezando y se cuestionaba dentro de su cabeza la existencia de Dios —si en verdad existe en dónde carajos puede estar, por qué no trae a mi hija devuelta a casa— pensaba. Las autoridades afirmaban que los maleantes debían aparecer en algún momento y que lo único que pretendían era causar más pánico para que su recompensa económica fuera mejor. En el fondo Omar y Susana sabían que algo muy extraño estaba pasando y que esas dos semanas que llevaba Moni desaparecida eran más que angustiantes.

La tarde era absorbida por la noche, sin embargo, Bogotá estaba bajo la influencia del calor. Un comandante se acercó al hogar de Omar y le anunció que su hija había sido hallada, pero se encontraba muerta en una casa abandonada en La Candelaria, el comandante al ver la reacción de Omar bajó su cabeza y le añadió — yo no soy bueno para dar estas noticias, es la parte más difícil de mi trabajo pero tengo que hacerlo... su hija tiene rastros de tortura y al parecer el primer testimonio de los forenses es que fue abusada sexualmente. Nos gustaría que nos acompañara a La Candelaria para identificar el cadáver— le dijo el comandante.

Interior. Casa abandonada Candelaria. Noche

La mano derecha de OMAR gira la perilla de la puerta principal. El sonido rechinante le anuncia a FERNANDO, tez blanca, bata de laboratorio, guantes, que OMAR está entrando. FERNANDO termina de tapar el cuerpo de MÓNICA con una manta blanca y se aleja del cuerpo. Los pies de OMAR recorren la sala de la casa lentamente, mientras se escucha el contacto de la suela de sus zapatos con el piso de madera. OMAR observa las paredes sucias, viejas y rayadas de izquierda a derecha, cuando su mirada llega al cuerpo cubierto por la manta blanca se detiene su cabeza y se queda pasmado ante él. OMAR se acerca al cuerpo atemorizado, su mano titubea mientras se va posando sobre la manta blanca, OMAR se queda atónito, mientras en su rostro se deslizan unas lágrimas que terminan cayendo en la sábana.

Al descubrir la sábana está el cadáver de una pequeña de 7 años, tiene la cabeza golpeada, rastros de sangre en toda la ropa, moretones, rasguños en todo el cuerpo y una marca parecida a una cruz en uno de sus brazos. En las pupilas de MÓNICA se ve la melancolía de su padre. OMAR agarra la cabeza de MÓNICA estrepitosamente, se recuesta sobre su pequeño pecho y llora desconsolado.

Sobre la pared donde esta el cuerpo se observa una sombra que se acerca suavemente. Una mano se posa sobre la espalda de OMAR. Voltea a mirar y ve al comandante.

Omar fue el primero de la familia que vio la escena del crimen. Al estar frente al cadáver de su pequeña fue como si le hubieran clavado mil puñales en el corazón al mismo tiempo. Lo que más le impactó fueron todos los golpes que tenía su niña y le causó mucha curiosidad una marca que tenia en el brazo izquierdo que aparentemente era como una cruz, pero en la parte de abajo tenía como una especie de garfio.

Detrás de Mónica está la alegría


Una hora y treinta y seis minutos corrían en el cronómetro de Omar. El corazón le palpitaba a millón. Su madre y sus suegros se encontraban igual de ansiosos, pero su incertidumbre era incomparable, no podía creer su incapacidad, se había desmayado en la mitad de la sala sin ni siquiera haber empezado el parto. Susana llevaba lo que para ellos era una eternidad en la sala de partos, la ansiedad se les comía sus pensamientos, sus palabras. La puerta se abrió y el médico pronunció — ¡felicitaciones es una hermosa niña! — los abrazos no alcanzaban a dejar sin aire a los sentimientos, parecía como si siempre hubieran querido tener un bebe en sus brazos.

Contrario a lo que pensaban ahora, unos meses atrás sólo se pensaba en desgracias. Susana ya no era la niña de brazo como lo pensaban sus padres, era una mujer hecha y derecha, muy hermosa por cierto, ojos castaños, cabello negro y liso, unos labios irresistibles y un cuerpo que era la envidia de muchas. Una mujer con la que cualquier hombre desearía vivir, una mujer exquisita en el buen sentido de la palabra y una mujer que sólo un imbécil dejaría ir de su lado. Sus padres rechazaron totalmente sus hechos y durante mucho tiempo consideraron que su embarazo no era para sentirse orgullosos; terapias, charlas, peleas, pasaron infinidad de cosas antes de que sus padres pudieran aceptar a un primogénito y más que eso a un culi cagado como Omar de padre. Por otro lado, la madre de Omar, doña Esperanza, pensaba que su hijo se había tirado para siempre su vida e intentó convencerlo para que no tuvieran al niño, pero fue un caso que ni siquiera decidieron estudiar.

Al nacer la niña la dicha inundó a la familia de Susana y a la madre de Omar. Durante muchos años vivieron pendientes de la niña, de su comida, de su ropa, de sus juguetes, de su educación. Moni era la luz de los ojos de cada integrante de la familia, una familia que ella misma unió y que sólo ella era capaz de separar. Todo iba muy bien, pero como era de esperarse, a la vida no le gustaba tanta felicidad. La pequeña estaba a punto de cumplir 7 años y su familia se encontraba haciendo los preparativos de su celebración, así que dejaron a Moni en la casa de la madre de Susana.

Una y media de la tarde. El timbre sonó y la pitadora se disparó, el almuerzo ya casi estaba —deben ser ellos— pensó la abuela. Moni se jugaba en la sala con una muñeca que su papá le había anticipado de cumpleaños, la abuela abrió la puerta y no logró ver la cara del sujeto que se encontraba frente a ella porque al mismo tiempo un polvo se insertó en sus ojos y la mujer perdió el conociemiento automáticamente.