Buscando respuestas

Dentro de mis gustos siempre ha estado salir sin saber cuando he de volver. Lastimosamente esta vez no es un gusto, lastimosamente esta vez no pretendo volver. Solamente pretendo poder ser albergado por las murallas y laberintos de esta hermosa ciudad mientras logra sanar mi corazón. En ese paso me lo encontré, al cruzar las torres de Serrano, muchos lo llamarían casualidad, pero yo no creo en las casualidades, las cosas pasan por algo... siempre. Una sonrisa bastó para entenderlo todo. Él, al igual que yo, era un hombre en busca de nuevos horizontes, nuestro problema podría ser que no sabemos con certeza a dónde queremos llegar, bueno eso fue lo que pude ver en su mirada.

Un instante fue suficiente para que nos pusiéramos en marcha, cada pedaleada me acercaba a un nuevo horizonte, el que había encontrado en Valencia, ciudad renovadora, que no te absorbe, sino que deja que cada uno de sus habitantes la absorba a ella y en la que podemos, así como en la vida, experimentar muchos contrastes.

Nuestro destino apareció, mi estado físico ya no aguantaba los mismos trotes de antes, me compré una botella de agua y miré el lago. Mi mirada se enfocó en unas hojas que habían en éste, subí la mirada y me ví sentado al otro extremo del lago junto a Victoria, acariciándole la cabeza, mi respiración se aceleró y tuve que voltear la mirada. Volví a otra banca en la que me encontraba de nuevo, pero esta vez me estaba besando con Susana. De inmediato regrese de ese trance en el que me encontraba, mire la hoja y se encontraba sumergida en el agua. Jamás había interpretado una señal de la vida, pero esta señal fue tan clara que solté una carcajada; Gabriel no comprendió muy bien la risa y le aclaré que mis inclinaciones eran heterosexuales e inmediatamente no reímos juntos, después me dijo exactamente lo mismo respecto a sus inclinaciones y me preguntó -¿Qué te trae por Valencia?-

No le conté mucho, lo necesario. Lo cierto fue que este desconocido me generó una confianza espontánea. Nos volvimos muy bueno amigos y durante mucho tiempo nos escribimos cartas constantemente y en cada una él me preguntaba si por fin había encontrado las respuestas.

Mucho tiempo pasó, Omar hizo miles de entevistas, sólo consiguió trabajos temporales . Él quería ejercer su profesión, pero como diseñador en Valencia se había muerto de hambre. Una noche sentado en una banca, Omar nisiquiera supo en que lugar se encontraba, pasó una niña corriendo y gritando —¡auxilio, auxilio, me van a matar!— Omar sólo la vio pasar, pero en su mente se quedó una imagen del perfil de la niña. Omar salió detrás de la niña, la alcanzó y le preguntó quién le quería hacer daño. La pequeña de unos 7 años más o menos, estaba demasiado alterada y lo único que le dijo a Omar fue que la llevara a la fundación de Marta. Omar accedió, no tenía nada más que hacer esa noche. Llegaron a la fundación "siguiendo una luz". Omar conoció a Marta, una mujer completamente hermosa, cautivadora desde el primer momento en que la observan. Omar le entregó a la niña, quedó muy cautivado con ella y su trabajo con niños desamparados. Omar le pidió el favor a Marta de dejarlo quedar ahí a cambió de su trabajo en la fundación, le argumento que le gustaba mucho el trabajo social y aún más si era con niños, le confesó que uno de sus sueños frustados era tener un hijo.

Omar camina lentamente por una calle de Valencia, se encuentra de compras y observa detenidamente un cartel del festival de cine de Valencia en un teatro muy importante de la ciudad. En él ve dos películas Colombianas, una de ellas se llama "Buscando respuestas". Este nombre se le hace muy curioso encontrarlo porque sus preguntas ya las había dejado atrás, pero cuando observa el nombre del director de la película es Ismael Gómez, se pregunta sí en la vida puede haber tanta casualidad. Al voltear, Omar pudo ver a Ismael junto a Victoria cogidos de la mano y hablando con muchos personajes vestidos de smoking.

Una niña le jala la chaqueta y le dice —papi, me regalas para comprar dulces— él afirma, saca cinco euros y se los da a la niña. Ella compra sus dulces, agarra a su papá de la mano y siguen caminando por la calle. Después llegan a un consultorio de donde sale una mujer completamente deslumbrante, esbelta, ojos azules, labios rojo manzana y le dice a Omar:

— Oye que bueno que llegaste —

— ¡Ana, que alegría verte chiquita! — le dice a su hija.

— ¿Sabias que estábamos en festival de cine? — le pregunta Omar.

— No tenía idea —le responde Marta.

— Sabes qué, te invito a una película —

Omar se encuentra en el mismo lago de los cisnes en donde conoció a Gabriel, sentado en una banca, al lado de una bicicleta. Sentado le escribe una carta a Gabriel en donde le dice que nunca encontró las respuestas, pero que a medida que pudo rehacer su vida surgieron otras preguntas que sí pudo resolver y que lo único que sabe con certeza es que en su nueva vida no quiere que la tristeza sea la protagonista. Termina la carta, arranca la hoja de ese cuaderno y se queda con la carta en la mano derecha, con la otra mano arroja el cuaderno de las vistas a una caneca de básura. Se marcha del lago pedaleando hacia un nuevo horizonte.

El plano se va alejando y nos damos cuenta que hacía parte del final de una película. Todos en el teatro se paran y aplauden estrepitosamente.

2 comentarios:

azulquitapenas dijo...
13 de mayo de 2010, 9:43

Carlos, creo que falta bastante en la transición, en el momento en que dices mucho tiempo pasó y ahora ya está casado y simplemente se olvidó de todo, hay mucho camino ahí al que le has hecho una gran elipsis, pienso que podrías contar un poco más y no cerrar tan abruptamente.

azulquitapenas dijo...
25 de mayo de 2010, 7:13

Carlos, me gusta Preguntas incorrectas, así, solito.

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