El Desenlace

Dos semanas habían transcurrido desde que Omar vio el cadáver abandonado de Mónica .El amor de su vida se había ido para siempre, se lo habían robado. Omar sólo deseaba saber quién era el culpable de la muerte de su hija y el por qué de su acto. Llevaba dos días caminando por las calles junto a una botella de aguardiente, tal vez pueda encontrar al culpablepensaba Omar, pero lo único que encontró fue soledad, frío, hambre y desconsuelo. La Candelaria era su única compañera, su sitio real, pasaba horas sentado frente a la casa abandonada, pensando que iba a ser ahora de su vida.

La noche llegaba y con ella aumentaba la tristeza. La tristeza llegaba y con ella aumentaba la desesperación. La desesperación llegaba y con ella aumentaba el consumo. El consumo aumentaba y con él llegaba la primera sobredosis que Omar experimentaba. Se encontraba caminando por las calles vacías de La Candelaria. Su cuerpo le pesaba el equivalente a lo que puede pesar una pluma de paloma. Sus sentidos se agudizaron a tal punto en el que se encontraban totalmente ciegos. Su caminar era guiado por la inercia y por ella, también, fue guiada su caída al piso. Se golpeó toda la parte frontal de su cabeza, Omar intentó moverse como pudo pero sólo logró voltear su cuerpo. En este punto lo único que su cuerpo pudo hacer fue mantener su respiración, su mirada se desvanecía en una oscuridad abrumadora y antes de que fuera devorada por ella, se enfocó en una aviso luminoso que decía "el Desenlace".

Un sonido muy acuático de un móvil en la mañana se posó en los tímpanos de Omar y lo despertó. Sus ojos se abrieron poco a poco. El lugar en donde se encontraba no le era familiar, la cama era muy pequeña, olía mucho a perro, al contrario de su cuarto. Se encontraba en uno lleno de cosas, en la cama, en la pared. Omar se paró desorientado; el dolor de cabeza lo aturdía completamente. Salió del pequeño cuarto, una ducha sonaba, miró por la ventana y se ubicó, se encontraba en la Candelaria, muy cerca de la casa abandonada y en frente de un establecimiento llamado "mojitos y más". El sonido de la ducha se paró. Una mujer salió del baño, tenía puesta nada más una toalla, lo miró fijamente y le dijo:

-Hola Omar ¿Cómo amaneció? ¿Estaba mal anoche no?

Omar se quedó atónito, no sabía exactamente si por su belleza o no entendía porque ella lo acogió en su casa.

La mujer no espero a que él le diera una respuesta y siguió a su cuarto. Al voltear, Omar observó que tenía en un hombro un tatuaje con un escorpión. Le llamó mucho la atención porque ahora pensaba que lo habitantes de la Candelaria tenían una obsesión por las marcas en la piel. Después de que ella entró al cuarto él la siguió pero ella lo paró y le dijo -perdón, pero necesito cambiarme- le cerró la puerta. Omar no se aguantó y empezó a conversar con ella con la puerta cerrada.

-¿Cómo es que sabes mi nombre?

-Simplemente me tomé el atrevimiento de buscar en tu billetera, a lo hombres se le pueden conocer mirándoles su billetera y antes de ayudarte quería saber si eres de esos hombres que hacen daño o no.

-Muchísimas gracias, pero no creo que me puedas ayudar de a mucho.

-¿Por qué lo dices si ni siquiera me conoces?

-Puedes tener buenas intenciones pero la vida es una caja que después de que se daña es mejor botarla a la basura.

-Omar, no creo que pueda discutir aspectos tan filosóficos conmigo.

-¿Por qué? Yo no le he pedido ayuda, muchas gracias, pero es preferible que yo me vaya.

La mujer abrió la puerta y los dos se quedaron un buen tiempo mirándose a los ojos. Finalmente ella se le acercó y le dijo:

-Está bien fue un gusto conocerlo, Jordana.

-Igualmente.

-No parece.

-No me mal interprete, el hecho que no quiera aceptar ayuda, no quiere decir que no le agradezca, además... usted parece ser una muy buena compañía.

-¡Qué extraño es usted Omar!, es una pena que ya me tenga que ir a trabajar porque usted también parece una persona muy interesante.

-Bueno de todas formas muchas gracias.

-Espero que algún día podamos conversar con más tiempo.

-Adiós Jordana.

-Hasta luego.

Omar bajó las escaleras y se marchó. Sin embargo, esta mujer no se le salía de su cabeza, estaba por creer que era su belleza la que lo había dejado atónito, pero no sabía en realidad porque era una belleza extraña, no era como una mujer normal, se veía en su mirada pero eso no le quitaba lo hermosa. Llegó a su casa y su madre se cegó por la preocupación, las energías de la familia iban definitivamente de mal en peor y esto era algo que ningún integrante podía controlar. Lo agarró de la cabeza, Omar cayó al piso y estando ahí su madre le pegaba muchas patadas, una de ellas se clavó en una de sus fosas nasales y ni siquiera la presencia de la sangre hizo recapacitar a la madre, mientras le preguntaba iracunda por qué no había aparecido. Omar se intentó parar pero su madre le pegó un rodillazo y volvió al suelo.

Todo eso le provocó a Omar un odio inmenso frente al comportamiento de su madre. Su cabeza deseaba que se la tragara el infierno entero porque lo que él había visto era el diablo encarnado en su madre, pero su corazón sólo deseaba poder confesarse ante ella, poder decirle cuales eran su sufrimientos, cuales eran sus penas y lo mucho que extrañaba esos momentos de confianza, los pocos momentos de felicidad que tuvieron, si se pudieran llamar así. No la podía odiar a ella, era su madre ¡maldita sea! Él no había querido dejarla por hacerle compañía, pero ese peso que no se medía en kilogramos sino en años, llevó a Omar a largarse de allí sin contemplar el hecho de que no tenía dónde ir. Empacó sus cosas, sólo le dejó una simple carta en la que no dijo mucho y se marchó.

El único lugar en el que no se sentía un completo extraño era la Candelaria, así que se delvolvió a la casa de Jordana, al llegar le dijo que se quería quedar mientras conseguía donde vivir, que quería aprovechar la propuesta que ella le había hecho. Él no sabía muy bien qué pretendía Jordana, a lo mejor solamente era una buena samaritana, o lo mejor le pasaba lo mismo que a él, le parecía muy atractiva.

Todo iba muy romántico hasta que Jordana se puso un arete en forma de luna, muy parecido al que se encontraron en la casa abandonada cerca del cuerpo de su hija, -mierda no encuentro el otro arete... bueno después lo emparejo- dijo Jordana. Omar se quedó pasmado, en su cabeza se armaron miles de conjeturas, pero al final decidió quedarse callado y averiguar todo lo que fuera posible para poder vengarse. La rabia, la confusión y la sensualidad de Jordana se combinaron esa noche. En un principio Omar actuó todo hasta que la tuvo desnuda frente a él. En ese instante se le olvidó por completo que su hija había muerto, que su mujer lo había dejado y que su madre no lo había apoyado; lo único que importaba en ese momento era el deseo que se tenían mutuamente. Todo iba muy bien hasta que Omar le vio el tatuaje de Escorpión a Jordana muy cerca del mismo lugar en donde marcaron a su hija con la cruz extraña. Algunos dicen que del amor al odio solo hay un paso, eso es muy cierto y en ese instante eso fue lo que pasó, el acto sexual se había convertido en un deseo imparable de rencor y odio pero combinado a su vez con pasión. Curiosamente a Jordana no le disgustaba esto.

Así pasaron unos cuantos días hasta que Jordana le confesó a Omar que había conocido a un extranjero llamado Guybrush, que era muy simpático e interesante. Omar no pronunció ni una sola palabra, por su cabeza pasaban miles de cosas y estar involucrado en un triángulo no le interesaba. Omar se marchó de la casa de Jordana y se fue a vivir a una que quedaba justo enfrente de la casa abandonada. Ahí pasaba toda la noche, mirando si alguien sospechoso entraba al lugar y pensando mucho en Jordana. Esta mujer sí que era difícil de sacar. Coincidencialmente, en uno de esos momentos, Jordana pasó junto a un hombre de tez blanca y con apariencia de inglés. Y sin saber por qué, Omar se fue detrás de ellos, se enteró que iban para el Desenlace, así que espero unos minutos y entró a interrumpirles. El tipo se comportó de forma muy diplomática, su intención era llevarse a Jordana a una expedición por Latinoamérica. Omar, por su parte, lo único que intentó fue convencer a Jordana que no lo hiciera, solo le faltó decirle que estaba enamorado de ella y él en su interior no sabía con certeza si era así o sólo deseaba saber más sobre ella y su conexión con la muerte de su hija. Guybrush se tuvo que marchar y Jordana decidió quedarse más tiempo con Omar, pero sin descartar totalmente la propuesta de Guybrush.

Un día en la casa de Jordana, Omar se cansó de la máscara que se había puesto y empezó a cuestionarla. Ella no sabía muy bien qué era lo que Omar le cuestionaba, hasta que mencionó una muerte. Ella se sorprendió muchísimo. -Cómo era posible que después de lo que había pasado, él la culpara de una muerte que no cometió-Pensaba. Omar la cogió de los hombros exigiéndole que le dijera la verdad, le mostró el arete con forma de luna que él se encontró en la escena del crimen y le preguntó- ¿esto no es tuyo?-

Jordana le dijo que ella no tenía ese color dorado, que el de ella era un color plateado. Que no podía creer por lo que la había hecho pasar sólo por un simple arete y que además a la vuelta había una tienda donde vendían ese modelo de arte en distintas tonalidades. Omar estaba desconcertado. Eran más sus ganas de vengarse, que su propia razón. Le pegó un puño a la pared y Jordana gritó. En ese instante llegó Guybrush, lo alejó de ella y estaba apunto de pegarle en la cara pero Jordana lo detuvo, -él solo está confundido, deja que se vaya... es lo mejor-, Omar estaba totalmente desconcertado por lo que acababa de hacer y sin pronunciar ni una sola palabra se marchó del lugar y nunca más Jordana supo de él.

Por su parte, Omar no encontró cabida en la sociedad. La Candelaria ya no era una buena acompañante, sólo le producía tristeza y desolación. Dejó todas sus cosas tiradas en aquella casa que estuvo habitando por un tiempo y deambuló por toda la ciudad junto a un pequeño morral militar que le había regalado su padre cuando era chico. Bastantes días pasaron y Omar ya no sentía sus piernas de tanto caminar, había recorrido muchas localidades de la ciudad, desde Usaquén, Bosa, Kennedy, el Tunal y quién sabe cuántas más. La última noche que pasó en la calle, la pasó sin tener la más remota idea en dónde se encontraba,  lo único que sentía era un frío abrumador que se le comía hasta el tuétano de los huesos; cuando amaneció se dio cuenta que había dormido en el parque que quedaba a unas cuadras de la casa de su madre, así que decidió gastar las últimas energías y volver con el rabo entre las piernas. Tocó, tocó y tocó el timbre hasta que sus ojos se volvieron a nublar, se estaban consumiendo poco a poco y esta vez Omar no sabía sí iba a ser rescatado de nuevo, claramente no era por Jordana, pero en definitiva ahora si necesitaba de esa presencia angelical que le tendió la mano alguna vez en La Candelaria.

Omar cayó al piso y esta vez sí sentía mucho dolor, dolor en el alma. Cayó mirando al cielo y a pesar del destellante sol, su vista se la tragó de nuevo la oscuridad y en su cabeza sólo quedó el recuerdo de "El Desenlace", el desenlace que tuvo con Jordana.





3 comentarios:

azulquitapenas dijo...
17 de abril de 2010, 17:03

Esta historia está bellísima, necesita urgentemente una visita por el centro de escritura, y ahí sí la vuelves a colgar, ¿y lo de Guybrush? Otra entrada, imagino.

CER dijo...
18 de abril de 2010, 9:25

Profe no la he terminado aún, lo que pasa es que necesitaba arreglar un par de cosas con Jordana entonces por eso la colge, para que ella la pudiera ver.

azulquitapenas dijo...
18 de abril de 2010, 15:00

No señor, hay varias cosas por corregir aún, La Candelaria, que yo me vaya, cerró la puerta, sobredosis, cuando volteó, o mejor al voltear, Qué extraño es usted, no sabía en realidad por qué,triángulo, tenía ese color dorado ,desconcertado por lo que acababa de hacer, déjalo que se vaya, no es valla, eso es un aviso publicitario. Deambuló, ta vez sí sentía mucho dolor, dolor en el alma, cayó mirando al cielo y a pesar del destellante sol, su vista se la tragó de nuevo la oscuridad.
Primera y última que corrijo así...

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